Habia una vez dos monjes Zen que caminaban por el bosque de regreso al monasterio, cuando llegaron al pie del rio encontraron una mujer que lloraba en cuclillas, era joven y atractiva. "¿Que te ocurre joven?"-pregunto el mas anciano. "Mi madre se muere, esta al otro lado del rio y no puedo cruzarlo. Lo he intentando una y otra vez pero la corriente me arrastra y no puedo llegar sin ayuda, ahora que habeis llegado me podriais ayudar". -"Ojala pudieramos"-contesto el joven, pero la unica forma de ayudarte a cruzar es llevandote a los hombros, y nuestro voto de castidad nos prohibe todo contacto con el sexo opuesto, lo siento". "Yo tambien lo siento"- respondio la mujer, y comenzo a llorar. El monje más sabio, bajo la cabeza y le dijo sin mas: "Sube". La mujer no podia creerlo, y con rapidez tomo su hatillo de ropas y subio sobre el monje.
Con mucha dificultad el anciano cruzo con la joven a horcajadas por lo ancho del rio. Cuando llegaron, la mujer casi sin aliento intento besar la mano del monje, éste le dijo: "Esta bien, esta bien, sigue tu camino", y regreso a su camino. Ambos monjes caminaron en silencio de vuelta, aun le quedaba mucho camino por recorrer. El monje joven por fin dijo: "Maestro, tu sabes mejor que yo sobre nuestro voto de abstinencia, no obstante llevaste a esa mujer sobre tus hombros a lo ancho de todo el rio, por favor, dame una explicacion"..
"Es verdad, yo lleve a esa mujer a traves del rio, pero ¿que te pasa a ti, que todavia la cargas sobre tus hombros?"
-Jorge Bucay
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